Casa Jaguar nació en un momento en que la vida nos invitó a parar y mirar hacia adentro. En 2020, como muchas familias, enfrentamos los retos de la pandemia. Soy Catherine Álvarez, educadora, y junto a mi esposo y compañero de vida Andres peña —administrador financiero — decidimos dejar la ciudad y mudarnos con nuestros hijos, Urián y Luciana, a una finca rural en Tausa, Cundinamarca. Lo que comenzó como una solución temporal, se convirtió en una experiencia que nos transformó profundamente. Vivir en medio de la naturaleza nos permitió reconectarnos como familia, y descubrir otra manera de vivir, más simple, más consciente, más real. De ahí nació la idea de Casa Jaguar: un proyecto familiar que busca ofrecer a otros esa misma posibilidad de pausa, conexión y bienestar. Desde entonces, hemos ido construyendo este sueño con mucho amor y dedicación. Empezamos con la cabaña del Neusa, con su vista imponente al embalse. Luego llegó el lote en San Bernardo del Viento, donde después de un par de años de espera y planeación nació nuestra tiny house costera. Más adelante, sumamos la cabaña en Viotá, rodeada de naturaleza cálida y montañas. Casa Jaguar no es solo un lugar para hospedarse: es una invitación a respirar profundo, a sentirse en casa en medio de la naturaleza, a vivir distinto. Gracias por hacer parte de esta historia que sigue creciendo con cada visita.

Casa Jaguar no es solo un lugar para hospedarse: es una invitación a respirar profundo, a sentirse en casa en medio de la naturaleza, a vivir distinto. Gracias por hacer parte de esta historia que sigue creciendo con cada visita.